Nuestro proyecto comenzó a las seis de la mañana. El sol apenas estaba saliendo, comenzó un día maravilloso, el cielo azul profundo sobre nosotros, el sol brillaba. Prometía ser un día maravilloso, el aire estaba claro y el ambiente en el equipo era feliz y lleno de energía. Estábamos bien preparados: con un dispositivo GPS, machetes, una motosierra, muchas provisiones y mucha anticipación, partimos a inspeccionar la propiedad de Takuarita.
El equipo de topógrafos se puso a trabajar inmediatamente e instaló su antena estacionaria a unos 500 metros del lugar de estudio real. Esta antena se utilizó para amplificar la señal GPS y hacer que las mediciones en centímetros fueran más precisas, para que luego pudiéramos colocar la valla con la mayor precisión posible. Mientras los topógrafos preparaban su equipo, charlamos tranquilamente y caminamos hasta el sitio de la encuesta, elegimos el lugar donde se construiría la puerta y avanzamos lentamente desde allí.
Tres hombres con machetes, todos experimentados y entrenados para no lastimarse, nos guiaron a través de la espesa maleza mientras uno operaba la motosierra. Los dos topógrafos, que determinaron diligentemente la posición exacta de los límites con sus dispositivos GPS, los marcaron cuidadosamente con bloques de madera blancos. Entonces supimos más tarde exactamente dónde debía ir la valla. De esta manera trabajamos lenta pero constantemente. El primer tramo, de unos 500 metros a lo largo del frente de la propiedad, se completó al mediodía.
El siguiente tramo nos planteó un reto mayor: la pendiente pedregosa y pronunciada nos exigía todo y nuestro avance se hacía notablemente más lento. Seguimos perdiéndonos en la densa maleza del bosque y el dispositivo GPS tardó dos o tres minutos en fijarse nuevamente. Las hojas en el denso bosque seguían interrumpiendo la señal y cuanto más estábamos del punto geoestacionario, más difícil era encontrar el límite exacto. Pero no nos dejamos desanimar y tuvimos paciencia.
Al día siguiente continuamos nuestro trabajo y medimos los dos lados restantes de la propiedad. Descubrimos numerosos árboles, animales y plantas maravillosos que nunca antes habíamos visto en esta región. Descubrimos numerosos árboles, animales y plantas hermosos que nunca antes habíamos notado en esta región. Y esto a pesar de que sólo nos desplazamos por el borde exterior del terreno de 10 hectáreas, sin penetrar en el interior.
Después de dos días de intenso trabajo, la propiedad fue inspeccionada por completo. Llenos de emoción y anticipación de lo que vendría después, nos preparamos para levantar la valla y cercar el área. Fue un comienzo exitoso para un proyecto apasionante que no sólo nos desafió físicamente, sino que también nos permitió redescubrir la belleza de la naturaleza que nos rodea.
Ingo
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